¡Hola a todos!
Se acerca la Navidad, una época en la que no paramos hasta encontrar el regalo perfecto para los nuestros.
Me gustaría que leyérais, si aún no lo habéis hecho, una Carta a los Reyes Magos, extraída de (Tamarit, 2008, Revista Voces, www.feaps.org).
La adjunto a continuación y espero que os haga reflexionar a todos.
¿Realmente estamos haciendo todo lo que podemos para nuestros niños con TEA?
En la escuela, ¿se están dando los apoyos necesarios para lograr su inclusión en el centro?
Como sociedad, ¿hacemos lo suficiente o quedan más cosas?
Os animo a que vosotros también hagáis una carta a los Reyes Magos a partir de lo que observáis en vuestros niños, alumnos, familiares o amigos con TEA.
¿Cuál sería su mejor regalo?
«Estimadas ciudadanas y ciudadanos, especialmente estimados gobernantes y líderes sociales,
Espero no importunar su labor con esta misiva, se que en estas fechas navideñas andan especialmente ocupados con reuniones, celebraciones, compras y escribiendo mensajes de paz y amor a sus semejantes. Pero creo que es a ustedes a quienes debería haberse dirigido la carta que acabo de recibir, y me permito remitirles el mensaje con humildad pero con firmeza.
Es la carta de un niño precioso, que tiene autismo. Bueno, en sentido estricto para ustedes no sería una carta, pues lo que me ha enviado es una foto suya. Pero creo tener cierta capacidad para leer las expresiones de los niños –quizá por ello algunos nos llaman sabios- y en esta foto hay una lectura para mí transparente de los deseos de este niño. Asoma su cara en la foto, con unos ojos pícaros, aunque desde cierta lejanía, es una mirada de frente, una cara radiante, y sus dos manitas tomando sus orejas y estirándolas hacia delante todo lo que puede. Sus pocos años no son impedimento para expresar un desafío a quien mira la foto, un desafío sereno, diciendo, sin decir, aquí estoy yo, soy yo y quiero ser yo, no soy un objeto en manos de los expertos, soy un niño que desea compartir este mundo con ustedes, disfrutar de la vida que tengo, quiero sentirme capaz de avanzar por mi propio camino, de la mano de mis seres queridos pero sintiéndome libre para, cuando así lo desee y sea mayor, caminar por la vida sin su ayuda. Quiero tener a mi alrededor personas que me consideren, que me miren con respeto, que confíen en mis posibilidades, que me apoyen ante mis limitaciones. Quiero sentirme útil, ser parte de esta sociedad, tener un núcleo de afecto a mi alrededor. No quiero una vida predeterminada por quienes están para ayudarme, quiero tener mi propio guión, aún cuando a veces esto suponga no acertar, quiero un entorno comprensible y accesible no solo desde lo físico sino, esencialmente, desde lo humano…
Espero no importunar su labor con esta misiva, se que en estas fechas navideñas andan especialmente ocupados con reuniones, celebraciones, compras y escribiendo mensajes de paz y amor a sus semejantes. Pero creo que es a ustedes a quienes debería haberse dirigido la carta que acabo de recibir, y me permito remitirles el mensaje con humildad pero con firmeza.
Es la carta de un niño precioso, que tiene autismo. Bueno, en sentido estricto para ustedes no sería una carta, pues lo que me ha enviado es una foto suya. Pero creo tener cierta capacidad para leer las expresiones de los niños –quizá por ello algunos nos llaman sabios- y en esta foto hay una lectura para mí transparente de los deseos de este niño. Asoma su cara en la foto, con unos ojos pícaros, aunque desde cierta lejanía, es una mirada de frente, una cara radiante, y sus dos manitas tomando sus orejas y estirándolas hacia delante todo lo que puede. Sus pocos años no son impedimento para expresar un desafío a quien mira la foto, un desafío sereno, diciendo, sin decir, aquí estoy yo, soy yo y quiero ser yo, no soy un objeto en manos de los expertos, soy un niño que desea compartir este mundo con ustedes, disfrutar de la vida que tengo, quiero sentirme capaz de avanzar por mi propio camino, de la mano de mis seres queridos pero sintiéndome libre para, cuando así lo desee y sea mayor, caminar por la vida sin su ayuda. Quiero tener a mi alrededor personas que me consideren, que me miren con respeto, que confíen en mis posibilidades, que me apoyen ante mis limitaciones. Quiero sentirme útil, ser parte de esta sociedad, tener un núcleo de afecto a mi alrededor. No quiero una vida predeterminada por quienes están para ayudarme, quiero tener mi propio guión, aún cuando a veces esto suponga no acertar, quiero un entorno comprensible y accesible no solo desde lo físico sino, esencialmente, desde lo humano…
¡Todas las cosas que puede expresar una imagen, tan solo un instante capturado en un momento mágico de la vida!
Pero siento indicarles que este niño equivocó el destinatario de la carta. Lo lamento, no puedo entregar a este niño lo que pide. No puedo, no son regalos lo que me está pidiendo, lo que este niño pide son derechos. Por tanto apreciadas señoras y señores les reenvío esta carta esperando que no tarden en su compromiso con asegurar los derechos de este niño.
Afectivamente suyo,
Rey Melchor».
Afectivamente suyo,
Rey Melchor».
¡Felices fiestas!
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